La tecnología digital tiene un gran potencial para fomentar la inclusión en las aulas, pero su implementación también presenta desafíos a los que debemos prestar atención. Entre las principales ventajas, destaca su capacidad para personalizar el aprendizaje según las necesidades de cada estudiante, gracias a que contamos con recursos accesibles en línea y tecnologías de asistencia, como lectores de pantalla, que permiten que los alumnos con diferentes habilidades y estilos de aprendizaje puedan participar activamente en las actividades educativas. Además, la tecnología puede eliminar barreras geográficas y sociales, ofreciendo acceso a contenidos educativos de calidad a estudiantes de contextos desfavorecidos.
Sin embargo, la introducción de las tecnologías en el aula se debe realizar en igualdad de condiciones para todo el alumnado. Debemos ser conscientes de los riegos que corremos, tales como la brecha digital, que incluye la falta de acceso a dispositivos y conexión a internet y se trata de un problema muy significativo en muchas familias, donde no tienen acceso a estos recursos. En este sentido, existe un peligro muy potente de que la implementación de las tecnologías genere desigualdades. También es esencian formar a los docentes en el uso de las TIC y siempre tener en cuenta que las tecnologías pueden generar dependencias por lo que no se debe abusar de ellas.